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Una hidratación alcalina y antioxidante tiene un importante papel para combatir la acidosis y el estrés oxidativo. La hidratación alcalina nos ayuda a mantener el balance ácido-alcalino de nuestro cuerpo disfrutando así de un estado saludable. En todas las actividades de nuestra vida debemos tener presente este balance ácido-alcalino así como el aporte de antioxidantes, sobre todo si realizamos una actividad física intensa o prolongada, como puede ser correr.

Como corredor minimalista evolutivo, desde hace años he buscado una forma de hidratarme que me permitiera obtener óptimos resultados. Gracias al estilo de vida alcalino y al consumo de agua alcalina he conseguido acumular mayor distancia semanal, aumentar la frecuencia de mis salidas y evitar totalmente las lesiones.

¿Qué es la homeostasis?

Nuestro organismo tiene un diseño alcalino y todas las funciones metabólicas para obtener energía son acidificantes. Producen desperdicios ácidos que se vierten en nuestros fluidos internos, como la sangre. Por tanto estos desechos deben ser excretados y neutralizados rápidamente para evitar una alteración de nuestro balance ácido–alcalino.

En condiciones normales de reposo nuestra sangre tiene un estricto valor del pH entre 7,35-7,45. Nuestra buena salud depende de la capacidad fisiológica del cuerpo para mantener la estabilidad del pH de la sangre entorno a esos valores. Esta capacidad del organismo es lo que conocemos con el nombre de homeostasis.

Cualquier actividad en nuestra vida diaria hace que esos valores tiendan a modificarse. Cuanto mayor sea la intensidad de la actividad mayor será esa desviación. Por ejemplo si participamos en carreras de fondo, el pH puede pasar de 7,35-7,45 hasta valores de acidez de 7,15-7,25.

Cuanto más rápido logremos restablecer los valores normales de pH de reposo de 7,35-7,45 después del ejercicio, menor será la fatiga, más rápida la recuperación, menos predisposición a las lesiones y menos riesgo para la vida.